Siempre había ido a Uruguay para descansar en Colonia o en Punta del Este, y todas las veces pospuse la idea de conocer Montevideo su capital.
Pero en enero nos subimos al barco rápido de Buquebús, y en dos horas y media ya estábamos del otro lado del charco...
Su nombre se debe a que en las primeras cartas de navegación, describían la cantidad de montes que iban viendo desde el barco en el recorrido de este a oeste. Escritos de la siguiente manera: MONTE ( orografía) VI (números romanos) de EO (de Este a Oeste). Es decir que la ciudad se fundó en el monte número 6 contados yendo de Este a Oeste.
Es una ciudad grande, con oficio de capital, pero donde se respira aire de pueblo en sus calles arboladas. Con gente sencilla y muy tranquila.
Nos alojamos en el hotel
Crystal Palace(click en el enlace).
Un hotel de estilo años ochenta. De paredes muy finas, así que difícil descansar con vecinos trasnochados. La atención de los conserjes pésima: son parcos, cero amabilidad y predisposición. No tienen adaptadores de enchufes y ni se inmutan en solucionarlo. Tampoco tienen idea de los horarios y servicios públicos de la ciudad...Si no les gusta atender al público, porque no se dedican a otra cosa...y así todos contentos...
Para la próxima consultaremos la calificación de los pasajeros en el
TRIP ADVISOR (click en el enlace) que por lo que veo ahora, ya lo advertían otros pasajeros...
Estábamos en plena calle central: la avenida 18 de julio.
Sitio conocido como: Ciudad Vieja. Ya que allí se encuentran los edificios mas antiguos de la ciudad. Algunos restaurados que le dan un toque de esplendor y muchos otros que se caen a pedazos y dan un aspecto triste y nostálgico...
3 cuadras hacia el sur la casa de gobierno presidencial, 3 cuadras hacia el norte la casa de gobierno municipal. En el medio: algunas galerías comerciales venidas a menos.
Para conocer la ciudad hicimos un tour que nos pasó a buscar después de almorzar por el hotel.
Los arquitectos y quienes disfrutan los paisajes urbanos se hacen un festín con la gran variedad de estilos arquitectónicos, hay para todos los gustos, desde casonas coloniales, a modernos edificios, pasando por el art decó, inglés, español...etc. La verdad no paré de sacar fotos en todo el viaje, estaba fascinada con los contrastes.
Tiene una variedad de parques para que la gente disfrute haciendo deportes al aire libre o de un simple picnic bajo la sombra de los árboles.
Uno en especial me llamó la atención: el del Prado. Hay una estatua de bronce en homenaje a los últimos INDIOS CHARRÚAS (pueblo originario).
Parece que de la famosa "sangre charrúa" de fuerza y garra solo quedó la anécdota. Pues cuando comenzó la vida independiente de Uruguay, en 1830, el primer presidente, Fructuoso Rivera, ordenó expulsar a los charrúas, lo que se logró después de una batalla librada en Salsipuedes, en la que la etnia indígena fue exterminada y éstos 4 de la estatua fueron los únicos sobrevivientes.
Triste destino el del cacique Vaimaca había acompañado las luchas por la independencia del territorio de Uruguay al mando de José Artigas contra España y Portugal, pero al final lo traicionaron...
Sobrevivieron al exterminio 3 hombres Vaimaca, Tacuabé, Senaqué y una mujer Guyunusa con su bebé, los vendieron para mostrarlos encerrados en una jaula como atracción de un zoológico en París. Allá murieron al poco tiempo de llegar, de tristeza...
Nuestro recorrido siguió por la costa.
Tienen un aprovechamiento de la costa del río/ mar " maravilloso"...A lo largo de toda la costa que baña la ciudad hicieron un boulevard y una rambla bellísima...
Familias enteras van con sus reposeras a bañarse y tomar sol...
Por la mañana la gente corre, patina o anda en bicicleta por la vereda...
Y por la tarde se sientan sobre el murallón con su amigo inseparable: el termo y el mate a compartir un rato con los vecinos. Mientras el resto pasea con su auto, dando la famosa vuelta al perro...
La gente tiene una habilidad suprema, con el termo bajo el brazo se sirven el mate en la misma mano... manejan el auto, van a hacer trámites, a pasear por el shooping, siempre con el termo bajo el brazo...
Los días que fuimos había algo de viento, sobretodo por la noche...
Estaba lindo para contemplar la playa, pero guarecido tras un vidrio. Por lo que un atardecer fuimos a cenar a un restaurante que está sobre la costa llamado: Che Montevideo.
Fue penoso. Ruidoso, frío y una atención: malísima. Hay mucha demora para que te tomen el pedido, te traigan un simple plato de fideos, y te cobren. A tres mozos distintos les pedimos durante 40 minutos "por reloj" la cuenta y todos nos decían: si ya vamos y jamás la trajeron. Nos tuvimos que levantar e ir hasta la caja a pagar, lo extraño es que nos miraban asombrados con mala cara...y jamás pidieron disculpas de nada...
También conocimos dos shoppings. Uno de ellos el Punta Carretas era una antigua cárcel remodelada, quedó muy bueno...Y es una zona de veredas arboladas muy linda para recorrer caminando...y dicen bastante segura...
Otro lugar para conocer es el "Mercado del puerto". Es un galpón enorme frente al puerto que fue subdividido en pequeños bares con parrillas.
Afuera hay algunos puestos de artesanías, ya sea en locales o sobre unas mantas.
Allí en un lugar de estilo oriental, llamado: Compañía de Oriente, aproveché para comprar unos almohadones y una tetera shabby shic, un chal y una camisa. Los chicos del lugar eran amorosos, nos dieron indicaciones hasta de las mejores playas para disfrutar ese día...(Mulata, Playa Verde, Buceo), ya que dicen que en las del centro hay amigos de lo ajeno.
Esas playas quedaran para otra oportunidad, pues como esa tarde debíamos regresar temprano para embarcar, nos tomamos un colectivo desde el puerto hasta playa Pocitos, para mezclarnos con los lugareños y conocer mas de sus costumbres.
Pocitos estaba repleta de familias. Pero aprovechamos un sector donde los edificios hacen sombra, donde estaban los mas adultos, para dormirnos una siestita en la arena escuchando las olas como música de fondo.
Alrededor de las 5pm fuimos a tomar el te con medialunas al bar de la librería Yenny, que está frente a la rambla y desde allí veíamos al caer la tarde, como la rambla se iba poblando de gente.
Súper relajados nos tomamos un taxi hasta el hotel y de allí al puerto para el regreso. Con la imagen de un sol muy rojo cayendo en el río zarpamos hacia nuestra vertiginosa Buenos Aires con ganas de regresar muy pronto y disfrutar de esa paz y tranquilidad que tiene Montevideo...
Prometo fotos....